Viernes, 12 de septiembre

El vuelo a Yangón ha sido bastante movidito, con dos paradas para recoger a varios compañeros de Save the Children y de otras ONGs y con tormenta todo el camino. Tres días sin llover y justo hoy ha amanecido un día de tormentas tropicales. De regreso en la oficina hay mucho trabajo que dejar cerrado antes de volver a Madrid. Lo primero informar de los problemas y preocupaciones de las comunidades que hemos visitado.

En todas las conversaciones se repetía el mismo tema, la preocupación por conseguir agua potable cuando llegue la época seca. Hemos ayudado a las comunidades a limpiar los estanques de agua pero sigue estando salada, Nargis contaminó los estanques con agua del mar. También les hemos proporcionado materiales y formación para construir tanques de recolección de agua de lluvia pero la temporada de lluvias esta terminando antes de lo esperado. 

Jueves, 11 de septiembre

De regreso en Thingungone después de tres horas de viaje en barco hoy toca trabajar en la oficina, recopilar toda la información, ponerla en orden, contrastarla, hacer las últimas preguntas y hablar con Yangón para confirmar que tenemos plaza en el helicóptero de mañana. Thingungone es un pueblecito de calles de casitas bajas y calles de barro, las puertas y las ventanas siempre abiertas la intimidad importa poco y la vida vecinal mucho. 

El pueblo está inundado de camisetas rojas de Save the Children, en total en toda la isla hay 200 personas trabajando en el programa de emergencia. Para muchos es su primer trabajo y lo hacen con una ilusión y una dedicación tremendas. Casi todos están en la veintena y después del trabajo les quedan energías para preparar un show para sus compañeros. Subimos al barco que utilizamos para las distribuciones de alimentos y en cubierta han montado un pequeño escenario, cantan, bailan, se disfrazan, parodian a sus jefes que acaban subidos al escenario bailando con ellos. Por supuesto, también sacan a bailar a la Spanish Lady y me veo intentando imitar la forma de bailar de mis compañeros de Myanmar al ritmo de música tradicional. Qué mejor terapia para liberar la tensión y el estrés que unas risas. 

Miércoles, 10 de septiembre


Esta mañana hemos visitado una clínica móvil de Save the Children, que consiste en visitas de médicos, enfermeras y nutricionistas una vez por semana a distintos pueblos remotos del delta. Los médicos nos contaban cómo algunas comunidades nunca habían visto a un médico antes y utilizaban un curandero para temas de salud. Mientras charlábamos han empezado a llegar un montón de mamás con sus bebés para realizar un control nutricional. Aproximadamente 30,000 niños sufrían desnutrición antes del ciclón. Las mamás están encantadas con las visitas semanales de la nutricionista y muchas nos contaban cómo no eran conscientes de que sus bebés sufrieran malnutrición antes de que les visitara el médico. Los bebés, los niños más bonitos que he visto nunca, con sus caritas pintadas de thanatkahr, un maquillaje tradicional que proviene del árbol de thanatkahr y que sirve como protector solar.

Martes, 9 de septiembre


Tres horas de barco para llegar a Deedugone, un pueblecito al sur de Ahlaekyun. Nos estamos quedando en una casita donde vive el personal local, a escasos 100 metros del mar. Antes había 3 hileras de casitas de bambú y multitud de palmeras, ahora desde la puerta de la casa se ve el mar. Caminando por la playa una nena de unos ocho añitos me regaló unas conchas de mar. A pesar de la destrucción el lugar es increíblemente bonito. Huele a mar, a pescado seco, a fresco y a bebé. Hay niños por todas partes. Uno de los médicos de Save the Children nos contaba cómo extrañamente muchos niños y bebés han sobrevivido el ciclón mientras que sus padres no. La familia cercana se hace cargo de los niños o las comunidades se organizan para cuidarlos. En muchas ocasiones una pareja que ha perdido a todos sus hijos se hace cargo de niños que han perdido a sus padres. 

Lunes, 8 de septiembre

Arriba a las cinco de la madrugada para ir al aeropuerto. Allí nos hemos encontrado con compañeros de otras ONGs que también trajaban en el delta. El helicóptero un antiguo modelo ruso con espacio para unas veinte personas y cargo. Cuando las hélices han empezado a funcionar y nos hemos colocado los cascos se me ha encogido el estómago. Pero en cuanto hemos despegado ¿quién dijo miedo?, la sensación es muy diferente a la de volar en avión y el paisaje increible.

Después de una parada para dejar cargo hemos llegado a Thingungone a eso de las 10 de la mañana. Dos horitas de vuelo para un trayecto que por tierra y agua lleva dos días completar. La oficina es un edificio pequeñito de dos plantas, abajo un par de ordenadores y mesas y arriba esterillas sobre el suelo para dormir. Hablando con uno de nuestros compañeros nos ha contado cómo perdió a más de 40 familiares durante el ciclón. Casi todos nuestros compañeros de Myanmar tienen una historia parecida que contar. Es increíble el coraje que demuestran trabajando en la respuesta a la emergencia. 

Por la tarde hemos salido en barco a visitar varias comunidades y hemos estado en una distribución de alimentos. La ayuda llega y la gente aquí en estos momentos depende de ella para sobrevivir. Esperemos que la cosecha de arroz sea suficiente para este año y que puedan salir pronto al mar con sus barcos y redes reparados. 

Domingo, 7 de septiembre

De regreso en Yangón, buenas noticias, ¡conseguimos plaza en el helicóptero! Que no se me olvide nada, portátil, cámara de fotos, protección solar, antimosquitos, chubasquero. ¡Todo listo!

Sábado, 6 de septiembre


Ayer el despertador sonó a las 4 de la madrugada. Vuelo con destino Bagán, ciudad de templos milenarios y atardeceres increíbles. Es temporada de lluvias y a penas hay turistas. Me siento un poco Indiana Jones explorando templos con la ayuda de una linterna y viendo el amanecer y la puesta de sol en la más absoluta soledad. Eso sí, en lo alto de un templo, me encontré con dos madrileñas y una catalana que están visitando el país. Qué agradable charlar un ratito en castellano después de casi tres meses de inglés y tres palabras en Myanmar. 

Jueves, 4 de septiembre

Son las ocho de la noche y estoy en la oficina, peleándome con un documento llamado informe de situación que es mi pesadilla de todos los jueves. Hoy se hace menos cuesta arriba porque mi jefe me ha dado un par de días de unas merecidas vacaciones que justo empiezan mañana. He comprado un billete a Bagán y el alojamiento ya lo solucionaré cuando llegue allí. ¡Me voy a preparar la mochila!

Lunes, 1 de septiembre

Confirmado, el lunes que viene salgo a terreno con dos de mis compañeros. Hemos pedido nuestros permisos de viaje y plaza en el helicóptero. Espero que esta vez haya más suerte. Vamos a Ahlaekyun (Middle Island), una de las zonas más afectadas por el ciclón y más remotas ya que se trata de una isla en mitad del delta. Con uno de los equipos de Save the Children más motivados. Famosos en el programa de emergencias por trabajar muy duro durante el día y por organizar pequeñas representaciones teatrales para sus compañeros durante la noche. ¡Qué ganas de conocerles!

Jueves 28 de agosto

Ha empezado la cuenta atrás y en tres semanas estaré cogiendo un vuelo de regreso a España. Los últimos dos meses han pasado volando aunque empiezo a sentir el cansancio de las largas horas en la oficina y a echar mucho de menos a mi gente. Pero aún me quedan tres semanas muy intensas de trabajo y seguramente otro viaje a terreno antes de preparar la mochila para volver a Madrid.

Aquí se queda mucha gente. Somos más de 900 personas trabajando en la respuesta de emergencia, la mayoría nacionales. Muchos de los compañeros internacionales que estaban aquí cuando llegué se han ido marchando en las pasadas semanas. El objetivo es que cada vez quedemos menos internacionales y nuestros compañeros nacionales se hagan cargo del programa. Se trata de transferir conocimientos pero en realidad la transferencia es mutua porque llegas pensando en todo lo que puedes dejar y te vas pensando en todo lo que has aprendido.

Lunes 25 de agosto

Mis compañeros de Protección a la Infancia nos han traído hoy un centenar de dibujos de los niños que estudian en las escuelas temporales y que juegan en los espacios seguros de Save the Children. Es tremendo ver el proceso de duelo y lenta recuperación a través de los dibujos. Los de las primeras semanas son todos del ciclón y las escenas se repiten, árboles rotos, casas destrozadas, gente encaramada a los árboles o a los edificios y sobre todo gente que es arrastrada por la corriente. Son niños que vieron cómo sus hermanos o sus padres morían intentando sobrevivir, cómo sus amiguitos eran arrastrados por la corriente. Nuestros compañeros juegan con ellos y le ayudan a superar el trauma que han experimentado. Poco a poco los dibujos van teniendo un poquito más de color y las temáticas van cambiando, los espacios de juegos, sus amigos. Sin embargo, muchos aún siguen teniendo pesadillas.

Miércoles 20 de Agosto

Había una vez un niño llamado Nyi Lay que vivía en el delta del Irrawaddy. Le gustaba ir a la escuela y jugar al futbol con sus amigos. Sus papás trabajaban en el campo y también salían a pescar para que ni a él ni a sus hermanos les faltase alimento. Una tarde el viento empezó a soplar fuerte y el cielo se volvió gris. Nyi Lay corrió a refugiarse en su cabaña de bambú con el resto de su familia. El viento soplaba y soplaba y decidieron trasladarse a la casa de madera de unos vecinos. Los ríos se desbordaron y las olas chocaban contra la casa. Los más pequeños lloraban.


Nyi Lay y su familia corrieron hacia una zona de tierras altas donde se había refugiado la gente del pueblo. El agua seguía creciendo y tuvieron que enterrar los pies en el barro para no ser arrastrados por la corriente. Tenían frío y estaban muy asustados. El agua no paraba de crecer y decidieron subir a los árboles pero cuando intentaban alcanzarlos una ola se llevó a sus dos hermanas. La mamá, el papá, Nyi Lay y su hermano pequeño consiguieron subir al árbol pero el viento soplaba muy fuerte y lo derribó. Entonces Nyi Lay miró a su alrededor y estaba sólo flotando junto a un tronco. La lluvia caía tan fuerte que le hacía daño en la espalda pero se aferró al tronco y se dejó arrastrar por la corriente durante horas.

Finalmente paró de llover, llegó la mañana y el agua fue disminuyendo. Nyi Lay estaba triste y asustado, vio muchos cadáveres, incluso una serpiente muerta, pero no encontraba a sus padres por ninguna parte. Una familia se hizo cargo de él y supo por un monje que su hermana pequeña había sobrevivido. Un día unos chicos con camisetas rojas llegaron al pueblo distribuyendo ayuda y cuando conocieron su historia le dijeron que le ayudarían a buscar a su familia. Nyi Lay esperó impaciente durante días. Dos semanas más tarde regresaron al pueblo y le contaron que habían encontrado a su abuela, a su tía y a sus dos hermanas. Le pusieron un salvavidas y le llevaron en barco a reencontrarse con su familia. Nyi Lay sonreía por primera vez en muchos días.

En el delta del Irrawaddy hay miles de historias como la de Nyi Lay. Hasta el momento Save the Children ha registrado a más de mil niños que han perdido a sus familias. Cuando estuve en Labutta algunos de nuestros compañeros locales estaban recopilando las fotos de los niños en álbumes para ir preguntando por los pueblos intentando conseguir noticias de los familiares. Hasta el momento hemos conseguido reunificar a 45 niños con algún miembro de su familia.

Nyi Lay nos contaba que echa mucho de menos a sus padres y a sus hermanos, sobre todo a la hora de dormir pero está muy contento de haber encontrado a sus hermanas.