Jueves, 11 de septiembre

De regreso en Thingungone después de tres horas de viaje en barco hoy toca trabajar en la oficina, recopilar toda la información, ponerla en orden, contrastarla, hacer las últimas preguntas y hablar con Yangón para confirmar que tenemos plaza en el helicóptero de mañana. Thingungone es un pueblecito de calles de casitas bajas y calles de barro, las puertas y las ventanas siempre abiertas la intimidad importa poco y la vida vecinal mucho. 

El pueblo está inundado de camisetas rojas de Save the Children, en total en toda la isla hay 200 personas trabajando en el programa de emergencia. Para muchos es su primer trabajo y lo hacen con una ilusión y una dedicación tremendas. Casi todos están en la veintena y después del trabajo les quedan energías para preparar un show para sus compañeros. Subimos al barco que utilizamos para las distribuciones de alimentos y en cubierta han montado un pequeño escenario, cantan, bailan, se disfrazan, parodian a sus jefes que acaban subidos al escenario bailando con ellos. Por supuesto, también sacan a bailar a la Spanish Lady y me veo intentando imitar la forma de bailar de mis compañeros de Myanmar al ritmo de música tradicional. Qué mejor terapia para liberar la tensión y el estrés que unas risas. 

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