Hemos visitado Lbekurin, un pueblo del delta del Ayeyarwaddy que perdió doscientos hogares en el ciclón de unos doscientos sesenta. De todos los pueblos que hemos visitado este es donde más se pueden apreciar los efectos de Nargis. Una paisaje desolador, caminos de barro y al fondo una escuelita en lo que antes era un almacén. Los ojos de los niños hablan de la terrible experiencia por la que han pasado; sus miradas han perdido el brillo y la risa. La profesora nos ha pedido que Save the Children construya un espacio seguro para que los niños puedan jugar.
En el pueblo hemos conocido la historia de Phyo Wai Zaw, un chavalín de 14 años con cara de pillo pero con la sombra de la tristeza en la mirada. Estaba en el campo ayudando a sus padres y a sus abuelos cuando les sorprendió la tormenta. Phyo Wai Zaw fue el único superviviente, consiguió agarrarse a un palo de bambú. Su padre murió intentando salvar a su mujer y a su propio padre. Phyo Wai Zaw tiene un hermano de ocho años y los dos están al cuidado de su tía. Viven en una cabaña con quince personas más.
Nos ha contado que le gustaría mucho volver a la escuela pero que ahora que sus padres no están tiene que trabajar en el campo y ocuparse de los búfalos de agua. La escuela secundaria más cercana está en otro pueblo a media hora de camino pero la tormenta convirtió los caminos en lodazales de barro y la temporada de lluvias no ayuda. Su hermano pequeño va a la escuela primaria en el pueblo y dice que le hace feliz. De vuelta en la oficina de Labutta les contamos a nuestros compañeros el caso, esperamos que con la ayuda de Save the Children pueda volver cuanto antes a la escuela.
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